La primera transformación del Plan de la Patria de las 7T, tal como ha sido presentada por el Presidente Maduro, tiene un objetivo claro: reconfigurar la economía venezolana, dejando atrás el rentismo petrolero que ha sido un lastre histórico para el desarrollo del país. Este planteamiento va más allá de una simple reforma económica; es una apuesta por la soberanía y la justicia social en un contexto de agresiones internacionales y bloqueo financiero.
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Desde hace décadas, Venezuela ha sido víctima de su dependencia de los ingresos petroleros, una realidad que debilitó las capacidades productivas internas y perpetuó una economía vulnerada por factores externos. El Presidente Maduro ha entendido que, para lograr una verdadera independencia, es imperativo construir una economía diversificada y productiva, capaz de sostenerse sin estar atada a los vaivenes del mercado energético mundial. Esta es la primera transformación que propone el Plan de la Patria, y es también el mayor desafío de la Revolución Bolivariana.
Uno de los grandes aciertos de esta primera transformación es su carácter integral. No se trata solo de incentivar la producción agrícola o industrial, sino de reestructurar completamente el modelo económico del país. El rentismo petrolero, aunque trajo consigo grandes ingresos, también fomentó una mentalidad de dependencia y consumo en detrimento de la producción interna. El Presidente Maduro ha insistido en que la diversificación es la clave para superar esta etapa histórica, y ello implica fomentar sectores estratégicos como la agroindustria, la minería responsable y las tecnologías emergentes.
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La creación de nuevas fuentes de ingresos y el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) son fundamentales en este proceso. En lugar de depender exclusivamente del petróleo, Venezuela debe aprovechar su potencial en sectores como la producción agrícola, la manufactura y el turismo. Estos no solo generarían ingresos, sino que también crearían empleo y mejorarían la calidad de vida del pueblo. Este enfoque, lejos de ser una simple visión de crecimiento económico, busca construir una economía al servicio de las necesidades populares.
Sin embargo, no podemos hablar de la primera transformación sin mencionar el asedio económico que enfrenta el país. El bloqueo financiero y comercial impuesto por Estados Unidos y sus aliados ha limitado severamente la capacidad de Venezuela para acceder a bienes esenciales, tecnologías y recursos necesarios para desarrollar su economía. Pese a este brutal ataque, el Presidente Maduro ha demostrado una gran capacidad de resistencia. Venezuela ha buscado diversificar sus socios comerciales, crear mecanismos financieros alternativos y mantener su posición firme en la defensa de su soberanía.
Es importante recordar que el bloqueo no solo afecta a la élite económica del país, sino principalmente al pueblo venezolano. Las sanciones no han logrado doblegar al gobierno revolucionario, pero sí han generado carencias y dificultades para millones de ciudadanos. Aun así, el espíritu de resistencia ha prevalecido, y esta primera transformación económica sigue siendo un baluarte en la lucha contra la injerencia extranjera.
Lo que distingue al proyecto económico del Presidente Maduro de otros modelos es su enfoque en el Poder Popular. En la Venezuela revolucionaria, la economía no está controlada por una élite tecnocrática o empresarial, sino que el pueblo organizado es el protagonista. Las comunas y los consejos comunales, que han sido herramientas clave en la construcción del Estado Comunal, también juegan un papel crucial en la nueva economía.
La economía comunal es más que una idea romántica; es una estructura concreta que permite al pueblo tomar el control de los recursos y gestionar su propio bienestar.
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